miércoles, 9 de junio de 2010

Mis Conversaciones con Willie:

Dicen que un hombre se mide por sus obras, yo tiendo medir a los hombres como lo hacía Blaise Pascal que decía que la esencia del hombre, es su pensamiento y es lo que lo hace grande y único. El hombre es un ser mortal sometido a las enfermedades, al dolor, sin embargo, en tanto él conoce su condición es grandioso, y esto es posible gracias al pensamiento. El Alcalde Willie Miranda Marín fue un hombre que vivió durante estos últimos meses con el dolor y el conocimiento que sus días estaban contados, y a pesar de todo esto, no dejo de pensar en Puerto Rico y dar su último mensaje póstumo de lo que a Puerto Rico le convenía. Admiraba en él, su gran apertura intelectual, tanto así, que conversamos en varias ocasiones sobre mis predicciones.

Quiero aclarar, desde ahora, Willie nunca se consulto, nuestro encuentro fueron limitados a conversaciones puramente intelectuales, que tenían que ver con el futuro de este país. Mi escrito tiene como intención, poner al descubierto, el pensamiento de un hombre.

Nuestro primer encuentro fue en el 2007, a finales, conversamos sobre las dificultades que tendrían el país y el Partido Popular bajo la presidencia de Aníbal Acevedo Vila. Se mostro sumamente preocupado sobre el uso del “status”, bajo las circunstancias en que se encontraba el gobernador, especialmente cuando le mencione, que sería contraproducente para el partido si se tiraba por esa línea. Esa conversación me llevo a pintarle un panorama desalentador para el país, desde el punto de vista político, económico y social, a lo cual me confirmo, que sabía que lo venía anunciando hacia tiempo. Recuerdo como hoy su expresión de preocupación, se frunció y con voz profunda me pregunto;

- Puede la astrología dar soluciones para evitar lo que viene.

Le conteste afirmativo, que aunque sonara fácil lo que le iba a responder, la parte difícil era creer en lo que yo decía y tener la voluntad de hacer lo contrario. Le dije;

- Si creamos conciencia de lo que es nuestro destino como pueblo, y escogemos a nuestros líderes en base de las necesidades que tiene el pueblo, entonces habremos de cambiar el destino del pueblo. Pero eso requiere de una espiritualidad y conocimiento intelectual de lo que anuncia las estrellas. Esa capacidad no la tenemos aun.

- Que tendríamos que hacer, me pregunto.
- Escoger un líder como tú.

En otro encuentro, durante el mes de abril del 2008, hablamos de la salud del alcalde José Aponte, la posición de los alcaldes con respecto a Aníbal Acevedo, el issue de los federales, y las posibilidades de él retar al gobernador. Recuerdo haberle dicho que Puerto Rico en estos momentos necesitaba de un líder que estuviera dispuesto a enfrentar la maquinaria de Aníbal Acevedo Vila, que el mensaje de soberanía tenía que llevar otro tono, y que era necesario con un profundo sentido de urgencia, sacar a Puerto Rico de la deriva. Que de Fortuño ganar las elecciones, el país estaría pasando por unos serios estragos económicos. Que yo entendía que el hombre que podía hacer eso era precisamente él.

Pareció reflexionar por un momento, el silencio se hizo eterno. Me miro profundamente y me dijo; ¿Entonces me ves con la posibilidad de ser gobernador? ¿Crees que en estas elecciones podría ganar? Refiriéndose a las elecciones del 2008.

Le respondí con cierta pesadez y tristeza; - No. No está en su destino.

¿Por qué? – Me pregunto.

Me tomo unos segundos en reflexionar, no estaba seguro si debía ser tan honesto en mi contestación, pero mi contestación lacónica, algo que es característico en mí, le respondió;

- Por razones de salud, alcalde.

Su sonrisa no se hizo esperar, inmediatamente reflejo su gran sentido de humor, me miro sonriéndose y sarcástico, se paro y puso ambos dedos purgares entre el pantalón y su cintura, y con movimiento circular hacia el frente de su barriga hizo alusión a mí peso, y me dijo;

- Estoy seguro que tú no corres todos los días, y que estoy mejor de salud que tú.

- No lo dudo; le respondí con todo respeto.

- Y créame Alcalde, si alguien puede enderezar a este pueblo es usted, pero no está en su destino.

Me miro atentamente, serio, tomo asiento, y me dijo;

- Voy a retar Aníbal, esto no lo podemos continuar tolerando.

- Tengo la esperanza que así sea, y espero que usted se mantenga en esa posición, de lograrlo, cambiaria el destino. Pero también es importante que usted sepa que él (AAV), está preparado para ese reto, y lo detendrá. Hazme quedar mal y me retiro de astrólogo, pues entiendo que nuestra conversación es académica, pues dicho reto nunca vendrá y usted no será gobernador, lamentablemente.

En cada una de nuestras conversaciones, que fueron como tres, y par de llamadas telefónicas, siempre mostro una gran preocupación por Puerto Rico, la salud mental del pueblo, y el potencial que tiene el puertorriqueño. Nunca vi en él un interés personal, que no fuese servirle a Puerto Rico. Era un hombre sencillo, dentro de su grandeza, un hombre humilde dentro de su intelectualidad, abierto a cualquier tema, sin abandonar sus principios morales y religiosos. Sus conversaciones conmigo mostraban la curiosidad de un niño, que deseaba ahondar en los misterios del cielo.

Siempre lo vi tratar a los demás con gran respeto.

Puerto Rico pierde a un gran líder, que del pueblo haber sabido, lo hubiera elegido gobernador. Pero no estaba en su destino, sólo queda la esperanza, que algunos líderes vuelvan a leer el mensaje póstumo que dio recientemente, para darse cuenta que los intereses del pueblo, tienen que estar por encima de los intereses propios. Tal y como dijo en su mensaje; “La Soberanía de un Pueblo” ;

"Si reconocemos, sin miedo y con esperanza, que vivimos en un nuevo escenario político y económico global. Admitimos que las consecuencias de la mundialización para nuestra economía, para la economía norteamericana y para la economía regional y mundial, nos obligan a elegir –insisto en esa frase de Muñoz– nuevos caminos hacia viejos objetivos."

Ahora mi amigo Willie forma parte de ese firmamento, extrañare nuestras conversaciones, pero nos queda el pensamiento, de un gran hombre.

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