domingo, 27 de junio de 2010

Enfrentándote A Ti Mismo:

El viernes recibí un correo electrónico de una joven solicitando mi ayuda, explicándome que se sentía perdida con todo lo que ocurría en Puerto Rico, y como a ella le estaba afectando la situación económica, sus relaciones afectivas, y como sentía que no gozaba del apoyo de su familia.

Esta joven mujer está atravesando por lo que mucho de ustedes están sintiendo en su diario vivir. Momentos en nuestra vida que parece que no importa lo que hagamos, todo parece ir en contra nuestra. Que el Universo ha conspirado para hacernos mal.

Para Jeannette y todos ustedes que se sienten o se han sentido así en algún momento, aquí les envío algunas reglas:

El cambio comienza con nuestra voluntad de vivir las lecciones que nos corresponden, y eso sólo se logra si nos sacamos del momento presente, y nos ubicamos en la posición de conocer el porqué de nuestras lecciones. En otras palabras, conocer nuestro destino. En ese proceso, aprendemos a entender los ciclos que hemos vivido en el pasado, y repasando esos ciclos, entendemos el porqué de nuestras actuales lecciones. Ese proceso nos ayuda a tener una relación más compasiva con todas las partes de nosotros mismos, incluso, con aquellas partes que más nos disgustan y no deseamos aceptar.

¿Pero cómo podemos llegar a conocer esas lecciones de vida, cuando nos parece que desean ocultarse, o sencillamente nuestro corazón se niega a ver y vivir la realidad? Si perdemos el temor de ver el futuro nuestro, como realmente es y será, a qué nos tenemos que acoger y el verdadero propósito de vida, entonces ahí comienza nuestro sendero hacia el “libre albedrio”. La libertad del espíritu se logra, cuando reconocemos nuestra verdadera misión de vida, las lecciones que debemos vivir. Al hacerlo, podemos transformarlo en comportamiento proactivo, lo cual equivale a la sanación para nosotros mismos como para los demás.


Cuando joven, mi deseo era ser un reconocido empresario, y me había propuesto en convertirme en Presidente de una empresa a los 40 años. Pero a los 34 años, diez años antes lo había logrado. Pero al siguiente año, entre en un ciclo en que estaría más vulnerable. Estaba en el ciclo de mis temores ocultos, de mis enemigos ocultos. En ese momento desconocía el verdadero propósito mío, por lo tanto, tuve que enfrentar una serie de vicisitudes y presiones emocionales que me derrumbaron física y espiritualmente.

Durante los próximos años tendría otras lecciones, que sentía que de igual manera me subían y me bajaban. Me parecía que en algún momento dado podría conquistar al mundo, para luego vivir la lección, de que me arrebataran todo cuanto había logrado.

Ese vaivén que vivía, ese sentimiento de incertidumbre constante fue lo que me llevo a buscar respuestas en mi vida. Pues a diario me hacia la pregunta; ¿Por qué no logro lo que otros parecen lograr con tanta facilidad?

A través de la astrología, recibí la bendición de Dios de entender lo que me aguardaba el destino, comencé a comprender las lecciones de vida, y aunque en ocasiones me saca el aire, no dejo de dar gracias por las lecciones que vivo.

Vivir llenos de expectativas, para luego sentir que uno muere de desengaño, no es lo que el Universo nos tiene aguardado. Hay mucho más en esa bóveda celeste que sencillamente ver un hermoso firmamento. Ahí se encierra el libro de la vida nuestra, pero está en ti el querer descifrarla, y saber cuál es el camino que hay para ti.

Aprender aceptar ese destino, es como aprender cualquier actividad nueva. Se requiere de mucha práctica, afirmaciones, decretos, hasta lograr que el ego no se imponga sobre nosotros. No tiene sentido el que te vayas en contra de ese destino, pues eventualmente te llevará a donde te corresponda estar. Necesitas entrenarte, y necesitas un entrenador, (entiéndase un astrólogo), que te ayude a comprender dos veces al año, en qué lugar del camino te encuentras.

La decisión sigue siendo tuya, de cómo deseas vivir. Vivir en la incertidumbre continua es permitir que el destino te venza y te arrastre a su antojo para llevarte a dónde te corresponde. Conocer tu destino, es ejercer el libre albedrio para saber que caminos tomas para lograr las metas deseadas en la vida, conociendo antemano, tu destino. Atrévete a enfrentarte a ti mismo, y verás las múltiples bendiciones que recibirás.

Bendiciones

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