miércoles, 8 de junio de 2011

El Código Cósmico de Dios:


El ensayista francés Bernard le Bovier de Fontenelle una vez escribió, “El Universo es un reloj, pero en gran escala,” y esto a raíz de la importancia que se le daba a los movimientos planetarios, que eran observados por grandes científicos, intelectuales, y filósofos de la época, como lo fueron Issac Newton, Galileo, y Descartes. Estos tres tenían algo en común, aparte de haber sido grandes intelectuales, tenían la convicción de que el Universo estaba creado a la perfección desde el punto de vista matemático. 

Newton estaba convencido de que existía un Orden Divino, que todo cuanto ocurría en el mundo era predecible. Tanto así, que Newton, por años, se dedico a descifrar cuando llegaría el fin del mundo. Pero como él, grandes intelectuales del siglo XVII, compartían la filosofía Griega, y entendían que el Universo era un gran enigma diseñado por Dios. Este grupo de intelectuales, se dieron a la tarea de investigar y desarrollar el área de las ciencias, tomando en cuenta el cosmos, pues entendían, que allí se encontraba el código secreto del porque ciertos eventos catastróficos ocurrían en el mundo. Hay que recordar, que probablemente el siglo XVII fue unos de los siglos que más intelectuales produjo el mundo, pero también fue la época de la peste bubónica, guerras, y fuegos que devastaron toda una ciudad.  

Ellos fueron capaces, dentro de sus estudios, ver como ese “caos” que se estaba manifestando en su entorno, tenía unos elementos de armonía, que el hombre común era incapaz de entender. ¿Armonía dentro de un caos? Si, y es precisamente lo que intento enseñarles a mis clientes. Precisamente cuando pronosticamos un evento o una lección difícil o lamentable en la vida de una persona, lo que tenemos que recordar es que “ya estaba escrito.” Lo que el astrólogo logra, es descifrar a través cálculos matemático y un simbolismo antiguo, ese enigma que Dios nos dejo para que no solamente viéramos su grandeza, pero la grandeza nuestra. 

Cuando somos capaces de entender el Orden Divino que hay en nosotros, que nada ocurre por casualidad, que ese enigma está ahí para ser descifrado, entonces comenzamos a entender que existe un plan divino que corre como un reloj.  Perfectamente sincronizado con nuestro destino.